Encadenado al amarle hasta su sombra de ella jamás me aparte. Aquella que me acariciaba sin tocar nada, bella sensación que produce aquel calor de sensual amor aquel que enajena la razón.
Poder en mí ha de tener en sus manos de mi buen querer, de elixir su perfume que cautiva el alma ansiosa que se esconde en mí. Sensación que se ha de conocer cuando amas a una gran mujer.
Se tiembla de emoción en sus caricias cuando obsequia su amor que ha de nutrir en más que sueños de candor. En eslabones que se aferran al querer de sentir sin decepciones aquel amar al fin.
Cuando se ama se sofoca el suspirar, los colores aún han de brillar más en el arcoíris que tu alma tomara y el perfume de las flores antes desconocidas endulza la mente del que respira amor…”(Héctor Duran, Derechos Reservados, Chile)