«En una noche oscura iluminada por las tintineantes estrellas los amantes se han de abrazar en un sortilegio alumbrado por la luz de la tenue luna que vigila desde las alturas como emisaria de los Dioses de amor. Desde el cosmos tan lejano suspirara con cariños ante las caricias mutuas que se prodigan.
Donde el hombre enamorado ve y toca a la mujer que está a su lado con la delicadeza de una flor desojando cada pétalo que le apasiona en su suavidad respirando con placer el perfume que de ella emana. Y ella sabe bien que no es un hombre cualquiera que la ha de poseer pues también le respeta.
Y ella sentirá toda la dicha de aquel hombre enamorado que dejo pasar el tiempo en espera de su madurez y que en forma silente le fue conquistando, acariciando su corazón hasta anidarse en su bella alma. Donde el conocimiento fue aquel bálsamo tan ansiado que lavo sus frustraciones con gran amor.
Sublime deseo que se despierta en las caricias sobre la suave piel perfumada y vibrante del cuerpo desnudo. Suspiros emanaran despertando las ansias y la pasión de la caldera de los sentidos en lenguas de fuego que recorren el cuerpo entero. Aquel que se entregara en la gran dicha al placer y pasión.
Besara la comisura de sus labios en sumisión que anhelan las apetencias bordeando y conquistando las erguidas cordilleras en sus frutos que enajenan la razón. Emociones plasmada entre aquel valle de las delicias en rumbo del camino del placer hasta el monte de Venus de la vertiente de la que ha de beber.
Desenfreno y vehemencia entre gemidos de esplendor despertaran sus ansia de fundirse con pasión en la locura desbordada en temblores de paroxismo entre suspiros de delicias llegaran a las alturas del alto Olimpo. Donde los Dioses Eros y Afrodita con beneplácito en su emoción han de sonreír…»(Héctor Duran, Derechos Reservados Chile)
*Sublime Deseo, Óleo de Julianna Pasadena de Estados Unidos *
