Hallan cráneos de mujer y perro en rara ofrenda azteca


Los arqueólogos mexicanos anunciaron este martes el hallazgo de una ofrenda azteca inusual: el cráneo perforado de un perro, lo que indica que fue colocado en una empalizada de cráneos de un ritual azteca reservado normalmente para las víctimas de sacrificios humanos.

 

Este y otros descubrimientos se hicieron durante las excavaciones para la ampliación del metro de la Ciudad de México. También se encontraron los cráneos de una mujer y dos hombres, con perforaciones similares, alrededor de los restos de un templo. Las perforaciones denotan que las cabezas cercenadas fueron empaladas para su exhibición pública, en un bastidor llamado tzompantli.

 

Los cráneos con perforaciones a la altura de la sien datan del llamado periodoPosclásico Tardío (entre los años 1350 y 1521) y es la primera vez que se encuentra el cráneo de un perro en estas hileras de calaveras, según el Instituto Nacional deAntropología e Historia de México (INAH).

Estos armazones rituales por lo general desplegaban las cabezas cortadas a los guerreros capturados de grupos rivales, que fueron sacrificados como ofrenda a los dioses. Pocos de ellos han sido excavados.

 

«Sabemos que durante la Conquista, algunos cráneos de caballos fueron puestos en este tipo de estructuras, pero no de caninos», dijo la arqueóloga del instituto María de Jesús Sánchez, en referencia a un relato documentado por los conquistadores españoles, sobre el hallazgo de los restos de sus compañeros capturados, así como de sus caballos, en una de estas empalizadas.

 

Dado que los aztecas no tenían caballos, pudieron haber tomado las cabezas de estos animales como sagradas o como algo vinculado con los jinetes.

 

Los aztecas tenían perros -pequeños, que rara vez ladraban- por lo que probablemente habrían sabido bien lo que estaban poniendo en este bastidor.

 

«Nos falta más información documental, pues quizá sí hay perros asociados a estos altares en otros lados y no lo sabemos. Y es que son pocos los tzompantlis hallados en la Ciudad de México. Hasta ahora sólo tenemos conocimiento de los de Tlatelolco y del Templo Mayor«, ambos en la zona central de la actual capital mexicana, dijo de Jesús, citada en un comunicado del INAH.

 

El tzompantli más reciente se descubrió en lo que ahora es la zona de transbordo de la estación Ermita del metro, ocho kilómetros al sur del Zócalo, la actual plaza central de la Ciudad de México.

 

Una hipótesis podría ser que los perros tenían una importancia ritual en los ritos funerarios o relacionados de otra forma con la muerte. Según algunas creencias prehispánicas, los perros acompañaban a su dueño al inframundo al morir éste.

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