El mundo al borde de una nueva Guerra Fría


Lo que en sus inicios, a finales del año pasado, parecía un conflicto local en Ucrania, fue adquiriendo a lo largo de 2014 una dimensión internacional, enfrentando a Occidente y a Rusia de una forma sin precedentes desde la caída de la Unión Soviética. La escalada del conflicto derivó en una disputa comercial internacional y puso al mundo al borde de una nueva Guerra Fría.
La decisión del entonces presidente ucraniano Viktor Yanukovich, a finales de noviembre de 2013, de dar marcha atrás en la firma de un acuerdo de cooperación y acercamiento a la Unión Europea (UE) desató protestas en la plaza Maidán, que acabaron con la huida del mandatario a Rusia, en febrero.
Ello hizo posible el ascenso de un gobierno prooccidental que se concretó con elecciones presidenciales en mayo y parlamentarias en octubre, que auparon a la Presidencia a Petro Porohenko y a la jefatura de Gobierno a Arseni Yatseniuk.
En marzo, el Parlamento de Crimea votaba su independencia y celebraba un referendo en el que arrasaba el deseo de ingresar en Rusia, algo que hizo realidad Moscú con la anexión de la Península junto al Mar Negro. Pese a la indignación desatada en Ucrania y en Occidente, la atención se desvió pronto a otras zonas del este de Ucrania, las regiones de Lugansk y Donetsk, donde aumentaron los gestos independentistas y la actividad de los rebeldes que se declaraban fieles a Moscú. Para sofocarlos, Kiev lanzó en abril una controvertida “misión antiterrorista” que ha dejado ya más de 4 mil muertos. Y ambas regiones se autoproclamaron repúblicas populares independientes. Desde entonces, el este de Ucrania se ha convertido en zona de guerra, y el conflicto, en asunto internacional.
El apoyo de Occidente a Kiev y sus acusaciones a Rusia de que estaba suministrando armas y soldados a las filas de los rebeldes –algo que Moscú siempre ha negado– siguió echando leña al fuego y se convirtió en un tema prioritario en la diplomacia internacional.
Las tensiones adquirieron una nueva dimensión el 17 de julio, cuando el vuelo MH17 de Malaysia Airlines, con 298 personas a bordo, fue derribado cuando sobrevolaba el este de Ucrania en su trayecto de Ámsterdam a Kuala Lumpur. Ucrania y rebeldes prorrusos se culpan mutuamente de la tragedia.
EE. UU. y la Unión Europea impusieron fuertes sanciones al sector financiero, energético y militar ruso con la intención de presionar al jefe del Kremlin, Vladimir Putin, para que dejara de apoyar a los separatistas.
Muchos ucranianos temen que el acercamiento de la exrepública soviética a la OTAN augure una nueva escalada el año entrante, que pueda agudizar aún más la confrontación entre Rusia y Occidente.

 

Recuento de daños

>Rusia se lanzó entonces a buscar mercados alternativos, sobre todo con la mira puesta en China. Sin embargo, las sanciones de Occidente, sumadas a la caída del petróleo han hecho mucho daño a la economía rusa: el valor del rublo ha caído en picada, el coste de la vida ha subido y la insatisfacción crece en el país.
>Pese a ello, el recrudedimiento de las relaciones con Occidente parece haber fortalecido la imagen de Putin: las encuestas actuales apuntan a que más del 80 por ciento de los rusos confían en su presidente, que fue elegido este año la persona más poderosa del mundo por la revista estadounidense Forbes. –DPA

Previous Las poderosas propiedades del ajo
Next ¿De dónde vienen los cuentos de hadas?