«Erotismo:cuando las apetencias por el otro emergen con las ansias de posesión y ser poseídos al hacer el amor, se describe el sentimiento aquel profundo e intimo, que siente cada amante.
Rubor: Hay en las mejillas de aquella mujer que en el pudor de su encendido rostro ansia ser tocada y ser poseída. Suspiros emergen en el nerviosismo de ser abrazada, deseada.
Odalisca: Ha de ser en aquella danza de delirio, frenética ante el tacto y caricia de fuego que ha de recorrer su cándido cuerpo. Enajenado su palpitante corazón en cada sensación vivida.
Tiempo: Que se detiene en aquel momento íntimo como cómplice, en el despertar de sus apetencias mutuas, donde aquel hombre emergerá como poseedor y ella será la sumisa cautiva.
Intensidad: En aquellos momentos lascivos, donde el libido emergerá pleno en el apetito sexual que los convoca. Donde cada tacto recorrerá por cada poro de piel en delicia imponente.
Sentimientos: Aquellos que embriagan, cautivan y sacuden, entre espasmos que enajenan la mente. Que estremecen el alma, entre besos inquisitivos, ardientes, explosivos, candentes.
Movimiento: De la copula mágica, fusionados los cuerpos en el frenesí de sus ansias. Desbocadas sensaciones, en el vaivén donde la hombría navega en aguas tempestuosas.
Orgasmo: Buscado y ansiado en aquel juego de seducción. El preludio de todo aquello que otorgan al amarse con pasión, en el paroxismo que los ha de llevar a desfallecer en éxtasis…»(Héctor Duran, Derechos Reservados, Chile)