Papa Francisco: «¿Quién soy yo para juzgar a los gays?»


«Si una persona es gay, busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?», declaró el papa Francisco este lunes en el vuelo de regreso de Brasil, manifestando por primera vez la tolerancia de la jerarquía eclesiástica hacia los homosexuales. En una inédita rueda de prensa a bordo del vuelo papal, en la que el pontífice argentino respondió con franqueza a los numerosos temas sometidos, desde el escándalo de Vatileaks hasta la reforma de la Curia y el eventual cierre del controvertido banco del Vaticano, Francisco habló también de un tema tabú: la homosexualidad dentro y fuera de las murallas del Vaticano.

Si una persona es gay, busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?», dijo el papa durante la conferencia de prensa concedida a los cerca de 70 periodistas que lo acompañaban en el vuelo de regreso a Italia tras la visita de una semana a Brasil, lo que sorprendió a buena parte de los vaticanistas presentes.

«El problema no es tener esa tendencia, sino constituir un ‘lobby’ (un grupo de presión, ndr). Ese es el asunto más grave para mí», agregó el papa argentino a los periodistas al responder a una pregunta sobre las denuncias de un ‘lobby’ gay en el Vaticano que conspira para acceder a cargos de poder.

El papa argentino, que durante su permanencia en Brasil evitó hablar de temas espinosos como el aborto y el matrimonio gay, recalcó en el vuelo papal que «el catecismo de la iglesia católica explica de forma muy bella» el tema de la homosexualidad .

«Dice que no se debe marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad», comentó Francisco.

El tono tolerante del pontífice argentino ha sido considerado «importante» por representantes del movimiento italiano de defensa de los derechos homosexuales, aunque lo tildan de insuficiente en la sustancia.

«Nada nuevo desde el Vaticano, sólo un cambio de estilo, la sustancia sigue siendo la misma», recalcó Aurelio Mancuso, presidente del movimiento Equality Italia.

La referencia hecha por el papa al catecismo universal, que no condena la orientación homosexual sino los actos homosexuales como pecaminosos, obliga a los gays a la castidad, «sin vida afectiva ni sexual», lamenta Mancuso.

La postura hacia la homosexualidad es uno de los debates pendientes dentro de la Iglesia católica y algunos sectores internos piden un cambio de actitud.

El papa Benedicto XVI, quien reconoció en el libro «Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y el signo de los tiempos» la existencia de sacerdotes homosexuales, también consideraba que no debían ser discriminados, «aunque no por ello la homosexualidad pasa a ser moralmente justa, sino que queda como algo que está contra la naturaleza de aquello que Dios ha querido originariamente», escribió.

Según la Congregación de la Doctrina de la Fe, «los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y no pueden recibir aprobación en ningún caso», por lo que invita a los homosexuales católicos a una vida casta.

El mismo principio que el papa latinoamericano explicó a los periodistas en el avión, sin entrar en el debate sobre el matrimonio gay, al que la Iglesia se opone rotundamente porque afecta a la familia tradicional.

«Todos ustedes conocen perfectamente la posición de la Iglesia sobre ese tema», remató con la voluntad de evitar condenas públicas y anatemas.

Francisco habló también sin tapujos durante una hora y 15 minutos de otros asuntos candentes dentro del Vaticano.

Sobre la reforma de la criticada Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia, sacudida por escándalos de corrupción, aseguró que no ha notado «resistencias» dentro del Vaticano.

«Ya saben que hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece», comentó al mencionar el caso de un importante religioso italiano acusado de reciclar dinero proveniente de evasión fiscal a través del banco del papa.

El pontífice se refirió a la delicada reforma del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano, acusado de lavado de dinero y objeto de una investigación interna.

«Yo no sé como acabará el IOR. Algunos dicen que tal vez sea mejor (convertirlo) en un banco, otros en un fondo de ayudas y otros que hay que cerrarlo. Yo no lo sé, confío en el trabajo de las personas que están estudiando esto», confesó.

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