«Volverá en la oscura noche aquel ángel de sus sueños abrazar su desnudo cuerpo aquel que creció en el tiempo madurados los sentimientos. Y él acariciará contemplativo la suavidad de aquella piel que ha amado desde su lejana niñez.
En su balcón le acobijará con sus alas calladamente como un manto ansiado y deseado que la libre del frió de la silente soledad. Donde ella ha de bien suspirar y vibraran sus ojos en el brillo de sus cristales. Con dicha la ha de contemplar.
Volverán del amor a sus oídos aquel canto divino que la ha envuelto en sus anhelos y deseos que su cuerpo recuerda ansiando una noche más. Donde las palabras ardientes volverán a sonar en aquella catarsis de aquel amor de locura.
Su corazón ha de despertar de su profundo sueño, mudo y absorto al verle de rodillas junto su suave lecho. Donde una sonrisa iluminara su rostro, porque ha llegado aquel amor intimo, propio que no se comparte ó comenta en sus labios.
Le besará sin complejos, sin timidez ó pudor, así en secreto en aquella estrellada noche bajo la luna que los ilumina y observa, alegre e impávida. Será su fantasía hecha realidad alejada de otras miradas que jamás le entenderán.
Y despertará al amanecer con la pena de un nuevo día que le aparta su sueño de aquel amor en gran ilusión que su alma suspira con pasión. Más una suave pluma encontrará en su lecho como muda testigo de una noche encantada…»(Héctor Duran, Derechos Reservados, Chile)
*Noche Encantada, Óleo de Alfredo Araújo Santoyo de Colombia *
