Latinos celebran el Día de Reyes en LA con rosca y chocolate


Rafael y Guadalupe Martínez, dueños de la panadería Gourmet L.A. Bakery, Inc. posan con las tradicionales Roscas de Reyes.

Las panaderías latinas ayudan a mantener una tradición que caracteriza los inmigrantes hispanos de Los Ángeles

Desde hace cuatro años, Carolina Moreno celebra la tradición del Día de Reyes compartiendo una rosca con los clientes que acuden a su tienda de envios de dinero en el centro de Los Ángeles.

«La repartimos a los clientes con champurrado. Pero si sale el muñequito, el cliente nos va a tener que traer champurrado y tamales», dijo Moreno riendo.»Es como una tradición porque toda la gente que viene aquí a enviar dinero a su familia es de México y lo hacemos para que ellos se sientan como un poquito en casa», añadió Moreno, quien está al frente de la tienda Sierra Cells sobre la calle Broadway.Las celebraciones navideñas quedaron atrás, pero para muchos inmigrantes aun queda una fecha por festejar. El 6 de enero, muchos hispanos celebran la llegada de los Reyes Magos. En la víspera de la fecha, los niños ponen sus zapatitos para que los Reyes les dejen un regalo, mientras que la familia se reúne para compartir la rosca de reyes y tomar chocolate caliente.»Tenemos clientes que vienen desde Oxnard, Santa Ana y San Bernardino, porque las prueban y siempre quieren regresar», dijo Guadalupe Martínez, una de los propietarios de la panadería Gourmet L.A. Bakery Inc., ubicada sobre la calle Broadway en el Centro de Los Ángeles «Tenemos clientes hasta de Tijuana, aunque debería ser al revés, pero lo prueban y les gusta mucho», dijo Martínez. Ella calcula que cada año venden unas mil roscas.Martínez y su esposo Rafael llevan más de 20 años elaborando las roscas de reyes para sus clientes. «Mucha gente las encarga porque no les gusta estar esperando, pero tratamos de hacer muchas porque antes teníamos la fila de gente esperando y se nos acababan», dijo Guadalupe.María Anaya y Jaime Mercado son algunos de esos clientes que compran su rosca en Gourmet L.A. Bakery Inc. «Siempre me llevo una», dijo Anaya.La fabricación de este pan también es una tradición en la Panadería México sobre la avenida Woodman en Van Nuys.Su dueño, Juan Areliz, recordó que en su nativa Guadalajara, debido a la alta demanda, las roscas se empezaban a preparar desde el 2 de enero. «Y hasta el 6 de enero no salíamos de la panadería, hasta había camas para quedarnos a dormir», recordó. Al llegar a Estados Unidos en 1980, Areliz y su hermano abrieron su propia panadería y desde entonces preparan cientos de roscas para la fecha.»En un principio no había tanta demanda. La primera vez preparamos sólo cien roscas», recordó Areliz y dijo que en los años 80 tenía que viajar a Tijuana a comprar las frutas o acitrón que se colocan como adorno y los muñequitos que representan al niño Jesús y que van dentro del pan.Areliz explicó que la persona a la que le toca el muñequito de la rosca debe hacer una fiesta el 2 de febrero, que es el Día de la Virgen de la Candelaria. «Justo ayer vino una señora que no era hispana y me contó que años atrás, probando una rosca, le había tocado el muñequito y que le había traído mucha suerte. Dijo que ese año le habían aumentado el sueldo y le habían salido dos viajes», contó. Las roscas grandes llevan hasta tres muñequitos en su interior.En la cocina de la panadería, Marcelino Aviña, junto a otros panaderos, preparaban cientos de roscas en anticipación a la alta demanda de hoy. Aviña aprendió a hacer roscas en su nativo Michoacán.»Es importante que no se pierda la tradición», comentó el panadero. «Los inmigrantes y sus hijos conocen la costumbre, pero después ya se pierde», se lamentó.Pero no así para Efraín Lerma, quien ayer llegó a la panadería a reservar sus roscas.»No hay un año que pase sin que celebremos la tradición», aseguró Lerma.Tampoco Leticia Quezada, oriunda de Durango y residente en el Este de Los Ángeles ha perdido su gusto por esta tradición.»Nosotros seguimos la tradición cada año. Hacemos el nacimiento y compartimos la Rosca de Reyes. Somos ocho hermanas y lo hacemos juntos toda la familia, con nuestro papá Seferino Quezada. Tratamos de mantener la costumbre», dijo Quezada. 

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