«No sólo tú corazón fogoso, tú suave piel deseo que se impregne en mi alma entre cada caricia y beso apasionado. Anhelos tus suspiros, cada espasmo que no es capricho en las delicias de nuestros cuerpos.
Así como anhelo un paraíso, un campo de flores perfumadas, el canto de un ruiseñor ó aquellas aguas tibias de un río discreto que bañen desnudos al atardecer. Y ver reflejados en el nuestros rostros.
Abrazados por el viento que se cuela por una ventana sabremos que estamos vivos y que no es un sueño aquella dicha. Por ella entrara una enorme luz que asemejara una luciérnaga en nuestras embriagadas miradas.
Un reposo claro sobre aquel lecho y allí nuestros besos, en sonidos de pleitesías de nuestras voces emanaran en un eco nuestros gozos en suspiros compartidos. En la humedad candente interna nos fusionaremos.
Y sentirás aquella intima caldera que hierve entre vapores que humedecen en aquellos tan íntimos deseos mutuos cuando la saeta de las ansias clavada en tu cuerpo en brazas fogosas sucumbiremos al placer.
Donde toda angustia convertida en dicha vibrante aquella que eleva las pasiones deteniendo el tiempo en aquellos torbellinos que estremecerán cada fibra de nuestra piel en el paroxismo de los sentidos amantes a ser…”(Héctor Duran, Derechos Reservados Chile)
*Deseos, Óleo de Malcolm T. Liepke de estados Unidos *
